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Receta para alimentar los sueños

Receta para alimentar los sueños

Ingredientes:
- Una pared.
- Pinceles.
- Tres colores: azul, blanco y negro.
- Imaginación.
-
Hay una pared de un color blanco puro, sin rasguños.
Es inocente, limpia, nadie nunca la ha tocado.
Es, simplemente, blanca.
Esta pared tiene sus límites. Sus extremos se convierten en cuatro esquinas, haciendo de esta pared un cuadrado con perfectos ángulos rectos en sus cuatro vértices.
Por ahora es perfecta. Ella. Cuadrada y blanca.

Esta pared está apoyada en un suelo de hormigón.
Áspero, rugoso. Sin trabajar.
Y en él, a los pies de la pared, hay un tarro de cristal que contiene pintura de color azul.

Un azul no muy oscuro. No muy claro. Azul.
Al lado te encontrarás, en otro bote de cristal, un color blanco,
del mismo blanco que cubre la pared.

Vas a manchar un pincel con el color blanco y seguidamente
lo vas a sumergir muy suavemente en el azul. Pero no lo remuevas, deja que se queden sin mezclar esos pocos matices de color blanco sobre el azul.
Deja el pincel apoyado en el suelo.
No importa que se ensucie.

Ahora tiñe con la mezcla de pintura el dedo índice de tu mano, con la que te sientas más hábil. Acércate cuidadosamente a tu pared puramente blanca y restriega el dedo haciendo una forma circular, moviéndolo en pequeños círculos alrededor del primero.

Coge un poco más de pintura
y añádele color hasta que rellenes el interior de la forma.

Te alejas. Ves una nube.
Te gusta.
La ves libre y delicada.
Destaca.

Le quieres dar profundidad y remarcar sutilmente.
En el suelo ves otro tarro de cristal.
Van tres en total.
Está preparado con un pincel fino sumergido en un color negro.
Tomas el pincel y bordeas suavemente la nube.
Te alejas.
Te encanta.

De repente, la nube cobra vida
y se descuelga de un lado para caer por su propio peso al suelo.
Tu nube, delicada, cae a la parte inferior de la pared blanca.

Vuelves a mirar al suelo de hormigón, de los tres tarros
decides tomar el negro, pero le incluirás un pelín de blanco y azul,
y se convertirá en un color gris oscuro.
Una vez removida la mezcla, coge el pincel fino, escurre en el borde del tarro la pintura sobrante haciendo caer gotas en su interior
que volverán a formar parte del color, y acércate de nuevo a la pared.
Esta vez, a su borde derecho.

Con un delicado y firme trazo, dibuja un rostro, insinuando su frente, nariz, labios, barbilla, y termina por el cuello.
Con un pincel de brocha más ancha, rellena de color el perfil.
Te alejas.

El rostro toma vida y empieza a soplar.
–Fffffffffffffffffuuuuuuu... Ffffffffffffffffffuuuuufffffff...
La nube, por la fuerza del aire, empieza a moverse
y a subir lentamente.
-
El rostro sopla creando el viento que mueve la nube,
a veces más fuerte, a veces más flojo, pero no deja de soplar.
Si dejara de hacerlo, la nube caería.

Repetir la operación todos los días de tu vida.
Esta es la receta para no dejar de alimentar tus sueños.


Adriana López

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