No soy atleta, ¿Y qué?

No soy atleta, ¿Y qué?

Os pongo en antecedentes. 
Todo empezó con una leve molestia de espalda, que derivó en lumbago, y a su vez en un frenético contrapié llamado ciática. Dolor padecido entre ancianos, futbolistas y yo. Mujer sana de 35 años y con un toque hormonal algo excepcional.
Este dolor se acentúa cuando estoy tumbada. Sí, tumbada. Es decir, cuando el resto de la población está descansando yo estoy en tensión absoluta. Como un bicho palo me muevo a los lados buscando reposo y paz. Pocas veces lo consigo. 

Después de varios meses afincada en la queja continua decidí ir al fisio. Allí me encontré con una chica muy bajita pero con la misma fuerza que Hulk. Hizo sus respectivas maniobras en mi baja cintura, véase culo, y con la sombra del moratón empezando a dibujarse me dio unos cuantos consejos: 
1. Que me sacara un bono de 10 sesiones, a lo que accedí. (Siempre caigo en estas maniobras).
2. Estiramientos.
3. No hacer deporte durante 2 semanas. (Esto no me generó ningún impacto, pero mi cara fingió asombro). -Noo, ¿Dos semanas enteras? 

Inciso: He de decir que cuando algo me pasa, y estoy a una semana de la regla, mi pareja tiene la tendencia de no hacerme suficiente caso como yo creo que me merezco, y esto provoca un drama TOTALMENTE exagerado en mi conducta. 

Ejemplo: 
Sábado por la mañana. Desayunamos tranquilamente y yo ya me noto un ápice de neurosis cuando veo que el paquete de galletas no se coloca como yo creo que es la FORMA CORRECTA de colocarse. 
Respiro, y sigo con el desayuno. 
Entonces, él se levanta, comienza a vestirse y prepararse para salir. 
A mí en ese instante me entra una pena enorme por quedarme en casa, y me dice: -¿Te vienes a correr? Yo, me giro y con un llanto contenido, le contesto: -¡¿Pero no te das cuenta de que NO PUEDO HACER DEPORTE?! 
En ese instante, totalmente desamparada por no poder ir a correr, (cuando en los últimos tres meses tampoco he ido, ni tenido intención de ir), me sugiere como si nada, sin precedentes, sin ofrecer empatía a mi lastimosa situación, a mi desgracia, que vaya con él. ¿A correr? No me escucha, ¡pero qué osado! Tengo C-I-Á-T-I-CA. 

No soy atleta, ¿Y qué? Me siento como si lo fuera y me hubiesen cortado las piernas. ME HAN COARTADO MI LIBERTAD.

Según se hacia el silencio me daba cuenta de la poca relevancia de mi enfado, pero decidí llegar hasta el final. Mi orgullo estaba en juego. Digna, me puse unos vaqueros para no dar pie a la confusión y con la cabeza alta decidí irme a pasear. -Adiós. 



Escrito por Adriana López

Ilustrado por Sofía Román

Share by: